domingo, 8 de febrero de 2015

Introducciòn al Blog

Borinquèn: verdades y mentiras històricas

En la bùsqueda de informaciòn de un tema particular que trabajo sobre los jìbaros, he tenido que llegar hasta las crònicas del descubrimiento y la conquista para poder desenmarañar el enredo narrativo en que se ha convertido la historia de Puerto Rico en boca y pluma de muchos ''historiadores'',
que lejos de reescribir los hechos històricos apoyados en las narraciones de los cronistas, los han aderezado intencionalmente con sentimientos y resentimientos que no dejan espacio a que los lectores desarrollen un anàlisis puro y propio.

Debo decir, sin temor a ofender la memoria de algunos historiadores de fama de Puerto Rico, que del dicho al redicho hay un precipio. Ya fuera porque se alteraran narraciones, añadiendo comentarios, o que se dejaran intencional o inintencionalmente, elementos que pudieron hacer una diferencia a la hora de un anàlisis de los hechos.

Resulta difìcil para muchos autores, cronistas, reporteros o periodistas, a la hora de narrar en testimonio de un hecho, que eventualmente puede convertirse en un evento històrico, el dejar a un lado la opiniòn personal. No saben separar el grano de la paja.

Pienso, a la hora de narrar un hecho del que se es testigo, se debe circunscribir a lo que viò, oyò, oliò, palpò y sintiò del hecho narrado. El trabajo lo haràn los verbos y las descripciones, que en todo caso, siempre deberàn ser gràficos y elaborados, como quien pinta un cuadro, en este caso con palabras y con los elementos detallados para que el lector pueda, con la mera descripciòn, pintarse su propio cuadro del hecho. No es que el cronista no muestre sus sentimientos, pero debe ser imparcial.

Las pujanzas o templanzas, las pasiones y las determinaciones, el odio y la inhumabidad, el amor y la compasiòn de los que actuaron, quedaràn entonces, plasmados en la narrativa de los cronistas, y de allì los futuros lectores dicerniràn y haràn sus propios juicios y crìticas.

Lo que resulta imperdonable es el falsear datos, exagerar nùmeros, cambiar escenarios o protagonistas, y es suficiente para descartar cualquier documento o relato que descartado y entonces
todo dependerà de la facilidad de obtener otros documentos que puedan usarse para contrastar lo narrado y entonces dicernir, constatar y confirmar lo escrito. De lo contrario deberà darse por bueno y aceptarse, y solamente investigaciones màs profundas, como las arqueològicas pudieran arrojar alguna luz sobre las dudas quedadas.

Debo criticar a muchos historiados de fines de Siglo XX y del nuevo Siglo XXI cuyos escritos provocan y destilan odio y resentimientos en contra del invasor y manipulan la opiniòn de los lectores, lo que a veces hace duro el dicernir el escrito. Aun cuando las invasiones, las conquistas y las guerras son antipàticas, e innecesarios en la mayorìa de los casos, lo cierto es que ese ha sido el devenir de las sociedades desde el desarrollo original de las sociedades. 

He redescubierto muchas cosas del proceso del descubrimiento y conquista que desconocìa porque jamàs me lo enseñaron en ninguna clase de historia de Puerto Rico, cosa que de cierta manera me ha producido coraje, porque pienso que no solamente he sido yo la desconocedora,
sino miles de puertorriqueños de distintas generaciones, y eso nos deja ignorantes de aspectos importantes, de cosas que inclusive pueden servir para entender nuestra idiosincracia y particularidad como pueblo. No temo a equivocarme al afirmar que somos muchos màs que una raza producto de la taina, la española y la africana. Somos mucho màs.



Lourdes E.Moya Diaz, copyright 2015.

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